Siempre en la llegada de estas fechas se tiene una alegría interior que nunca podrá determinar uno, si es por comenzar la primavera o por saber que en un momento la hubo para muchos socialistas. Es esa ilusión de compañeros pasados, la que en un 14 de abril se habría una esperanza por la que se luchó sin tregua. Duró muy poco, aunque fue intensa en actividad y esperanza. En este país, ya se sabe, los momentos de lucha son constantes y las ilusiones permanentes, pero días de disfrutarlos muy cortos. Con la distancia de los acontecimientos esos mismos socialistas se propusieron ir cediendo parte de sus principios con el solo propósito de que no sucediese lo pasado. Cesiones que solo podían tener un motivo, que una democracia burguesa nos permitiera avanzar en la dignidad del trabajo y el poder mantener unas ideas reivindicativas de lo que creemos justicia social para todos.
Hoy, es el día que habiendo cedido lo más profundo de nuestras propuestas, tenemos que apoyar la cabeza de este régimen e implorar, porque algo sagrado que se fue perdiendo en el tiempo, como es la vida de muchos luchadores de la libertad, la cual sea reconocida y reivindicada por Juzgados y Tribunales. Confiemos que todo esto, en algún momento de nuestra historia no sea nada más que un recuerdo de un pasado imperfecto, como el que estamos recorriendo. El fin será posiblemente lejano pero satisfactorio. Estoy seguro de ello.
